Relato Sobre Hechos Paranormales Contados por sus Pobladores y Recopilados por los Historiadores del Pueblo de Guatire, Edo. Miranda Venezuela.


Portada, Un Pueblo de Espanto Y Brinco




El escrito que les presento es un extracto del libro que lleva el mismo nombre de esta publicación, "UN PUEBLO DE ESPANTO Y BRINCO" del Prof. e historiador José M. Milano M. publicado por Ediciones TERE TERE y Editorial EL PERRO Y LA RANA.

En este libro encontrarás una investigación bién interesante sobre los fenómenos paranormales del pueblo de Guatire, de igual forma una descripción de los distintos espantos y fantasmas que muy bien detalla la diferencia entre uno y otro.

Solamente con su título te atrapa de tal forma que no detienes la lectura hasta que lo terminas; son solo 106 páginas y es muy liviano y jocoso de leer.

En esta oportunidad tomaremos la historia del fantasma de la CHURCA.

"Guatire era un pueblo pequeño, con dos largos y limpios ríos rodeando su valle, uno adornado con manglares y otro encauzado por frondosos bambúes. la gente bajaba a lavar las ropas al río y los niños jugaban y comían mangos, mientras las niñas recogían flores silvestres. La mayoría andaba a caballo y los ricos tenían carretas, que andaban majestuosas por las calles empedradas. Guatire estaba orgullosa de sus montañas, y sus indios, porque aún había indios de la tribu de los TOMUSA. una anciana india tomusa fue la que contó a la abuela la leyenda de La Churca y El Fantasma Del Río.


Era un día en que la tarde cayó de pronto sin avisar, soplaba un viento frío y oscurecía apresuradamente, estábamos todos sentados alrededor de una fogata, cuándo nos dijo la abuela:

-¡Muchacho! Esta tarde es fea como la de aquellos tiempos cunado el río se comió la mañana y la bruja de la churca se queda sola y la princesa del río se hundió en el pozo. 

¡ah! el pozo de La Churca, tantos misterios encierra.

Si algún día siguieras al río hasta su primera cascada, encontrarás un misterioso pozo oscuro y sin fondo, donde el frío nos cala la piel y su contraste, caída y golpear del agua nos hipnotiza. Y si suben la colina que bordea el pozo, encontrarán en su cima las ruinas de una choza antiquísima como la misma montaña.
Fue en ella donde habitaba una anciana ciega y una doncella hermosa de rubia cabellera.

La una curandera; la otra, niña inocente. Bella, de mirada hechicera. Bajaba cada tarde al río a buscar el sustento de su abuela y siempre se bañaba sumisa, desnuda en el pozo, entonando una canción. El pueblo temía a la misteriosa anciana y decíase que quién mirase los azules ojos de la niña se hundía para siempre en el pozo. Decían los ancianos que la niña era hija de un liberal, que a caballo y sombrero de copa, llegó una vez proclamando libertades seguido de una tropa de lanceros caminantes, y entregó la niña en custodia a la sabia anciana, por recomendación del más antiguo de los tomusas, quien para entonces se internaba en lo profundo de la montaña con su tribu, huyendo del látigo Español.

Una tarde oscura, en que la luz de una vela alumbraba la mesa de la anciana y la niña se bañaba en el río entonando una canción, el viento soplaba fuerte y la lluvia caía inclemente sobre los techos de tejas de barro. Toda clase de voces se escuchaba en el viento; la gente rezaba y cerraba las puertas y ventanas. mientras tanto, en la montaña, en la casa de la anciana, las paredes crujían quejumbrosos como una fiera al borde de la muerte, y la niña se bañaba casi ausente en el río, que creció de pronto y se confundió con la montaña arropando su encanto sin pudor, y sólo quedó un eco en el río. llovió inclemente toda la noche. ahogando de una el canto  y de otra, el llanto.

El amanecer fue fresco, la gente salió a las calles con fangales amarillos a comentar la tormenta. Alguien quién la anciana había librado de pequeño de un maldeojo lamentose entonces: La anciana de la churca, el viento, el agua. ¡Por Dios!, la hija del general... Corriose la multitud valle arriba, subieron al pozo y no encontraron nada, sólo las ruinas del rancho y una vela que misteriosamente permanecía encendida a pesar del agua y del viento. de pronto escuchamos una canción en el río, y mirándose las caras, asombrados, corrieron al pozo, pero mientras más se acercaban más lejana oíase la tonada, y llegamos y no encontramos nada, sólo silencio. 

Mientras de lo alto de la montaña el jefe tomusa observaba, prometió junto a su gente que llenaría el pozo con piedras sagradas hasta taparlo en honor a la princesa de la montaña, la hija del General, que combatía el látigo español. El general nunca regresó a barlovento, dicen que se quedó con la mirada fija, colgado de una plaza ignorante de esta historia.

Y decía la abuela que en una tarde de octubre oscura y fría, de vientos quejumbrosos, se puede oír en él, al llegar a las orillas del río, el llanto cantado de la niña de la montaña y la anciana llamando... más si se es tan valiente de subir, luego del amanecer, podrás ver un anciano espectral lanzando piedras en el pozo, y dicen que si del fondo una pudieses hallar, verás la imagen de los ojos de una niña, imagen sagrada que te puede proteger del llamado de muerte que hace en octubre el hambriento pozo.

Que una noche de octubre la mísma del vendaval, en horas de la madrugada surge dentro del pozo la hija del general entonando su canción con una vela en la mano que nunca se apaga; y nadie puede evitar ver, cuando -como luciérnaga gigante- se pasea por el pozo vigilando su caudal. Decíame la abuela, que si el río se seca o reducen su caudal, o manos asesinas contaminan sus riberas, saldrán las alamas en pena que  se ahogaron en el río y también en la laguna. La anciana, la niña  y los indios, bajaran toditos con una vela. Y ella Llorando nos dijo...

-Que nos libre Dios del segundo vendaval cuando le quiten el río al fantasma.
Las calles de Guatire serán su nuevo hogar, y los fantasmas no soportan a los vivos.

FIN